PILAR
¡Ay! que caldito tan rico les voy a hacer hoy a los
señores. La señora Adela me ha dado el mejor hueso de jamón
de toda la carnicería. y también he comprado una buena
cebolla, dos o tres zanahorias, un pimiento rojo ¡ay!
que limpia tengo la cocina... sus fuegos, sus azulejos
como espejos, el suelo que casi resbala de tanta cera
como me he empeñado en dar... relucientes... así me
gustan a mí las cosas... que brillen, las cosas tienen
que brillar, las cosas tienen que brillar.... voy a
empezar a preparar el caldo... el cuchillo... pues en
su sitio, como debe de estar.. como un espejo.. se
puede oler el metal..... brilla, las cosas tienen que
brillar.... ¡vaya! a ver si limpio los azulejos de la
despensa que están grasientos, como si un perro vagabundo
hubiera pasado por esta cocina y se hubiera frotado con
ese trozo de pared... un perro en celo,
sucio, sarnoso... si, eso es... aquí huele a perro con
sarna... deberían matar a todos los perros vagabundos..
¡mejor! a todos los perros... los perros manchan,
ensucian, sueltan pelos y dependen patéticamente de nosotros... las cosas tienen que brillar, los perros no nos permiten que las cosas brillen...
¿despedida, señor?
¿por qué? ¿acaso si hay una
mancha en el suelo no la limpio? ¡pues claro! ¿acaso si
ha llovido y se han puesto los cristales llenos de
motas no cojo el cubo y me pongo a frotar? ¡claro!
¿acaso si entra una mosca en la cocina, o una polilla
en el armario no agarro el trapo y las golpeo hasta que
caen al suelo muertas? ¡pues claro! lo que estorba, va
fuera, lo que mancha, mancha y debe ser aniquilado y si
llueve, limpio las motas de la ventana hasta que el
cristal vuelve a brillar. (pausa)
Bejís... que poco te echo de menos, que poco añoro tus sierras frías y podridas
de manantiales por las que Armando me perseguía, y
yo hacía como si me atrapara.... ¿recuerdas? ¡Armando!
Cuando metías tu mano bajo mi falda y yo te miraba a
los ojos con desafío... ¡vamos! ¿no te atreves a seguir
subiendo? ¡te estoy esperando, Armando! vamos... pero
si no eres más que un niño, un niño con cara de
susto... pero tan bello, tan buen mozo, con todo un hombre
dentro que está a punto de brotar... ¡vamos! sube la
mano... no tengas miedo... todo lo que hay aquí abajo
es para ti... ¡Armando de mi corazón! no limpié bien a esa
furcia que te atrapó. cuando vuelva - pienso ir a limpiar tu casa,
hasta que quede limpia, reluciente...
hasta que brille, porque las cosas tienen que brillar...
¡Ay! que caldito tan rico les voy a hacer hoy a los
señores. La señora Adela me ha dado el mejor hueso de jamón
de toda la carnicería. y también he comprado una buena
cebolla, dos o tres zanahorias, un pimiento rojo ¡ay!
que limpia tengo la cocina... sus fuegos, sus azulejos
como espejos, el suelo que casi resbala de tanta cera
como me he empeñado en dar... relucientes... así me
gustan a mí las cosas... que brillen, las cosas tienen
que brillar, las cosas tienen que brillar.... voy a
empezar a preparar el caldo... el cuchillo... pues en
su sitio, como debe de estar.. como un espejo.. se
puede oler el metal..... brilla, las cosas tienen que
brillar.... ¡vaya! a ver si limpio los azulejos de la
despensa que están grasientos, como si un perro vagabundo
hubiera pasado por esta cocina y se hubiera frotado con
ese trozo de pared... un perro en celo,
sucio, sarnoso... si, eso es... aquí huele a perro con
sarna... deberían matar a todos los perros vagabundos..
¡mejor! a todos los perros... los perros manchan,
ensucian, sueltan pelos y dependen patéticamente de nosotros... las cosas tienen que brillar, los perros no nos permiten que las cosas brillen...
¿despedida, señor?
¿por qué? ¿acaso si hay una
mancha en el suelo no la limpio? ¡pues claro! ¿acaso si
ha llovido y se han puesto los cristales llenos de
motas no cojo el cubo y me pongo a frotar? ¡claro!
¿acaso si entra una mosca en la cocina, o una polilla
en el armario no agarro el trapo y las golpeo hasta que
caen al suelo muertas? ¡pues claro! lo que estorba, va
fuera, lo que mancha, mancha y debe ser aniquilado y si
llueve, limpio las motas de la ventana hasta que el
cristal vuelve a brillar. (pausa)
Bejís... que poco te echo de menos, que poco añoro tus sierras frías y podridas
de manantiales por las que Armando me perseguía, y
yo hacía como si me atrapara.... ¿recuerdas? ¡Armando!
Cuando metías tu mano bajo mi falda y yo te miraba a
los ojos con desafío... ¡vamos! ¿no te atreves a seguir
subiendo? ¡te estoy esperando, Armando! vamos... pero
si no eres más que un niño, un niño con cara de
susto... pero tan bello, tan buen mozo, con todo un hombre
dentro que está a punto de brotar... ¡vamos! sube la
mano... no tengas miedo... todo lo que hay aquí abajo
es para ti... ¡Armando de mi corazón! no limpié bien a esa
furcia que te atrapó. cuando vuelva - pienso ir a limpiar tu casa,
hasta que quede limpia, reluciente...
hasta que brille, porque las cosas tienen que brillar...
3 comentarios:
Simplemente maravilloso!
Hola, tardé en aparecer por el blog, pero ya te tengo localizado y de vez en cuando me pasaré a leer "unos textillos" o sino, nos vemos en el Room... jiji
Un placer conoceros aquel día!
¡¡Hombre!! que sorpresa. Todo un placer que estemos conectados virtualmente. Un besazo
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