domingo, 12 de junio de 2011

UN CAFÉ CON FEDERICO


Granada. 3 de junio de 2011. Huerta de San Vicente. Habitación del poeta. Decoración sobria: una cama, un escritorio con hojas, una máquina de escribir y un juego de café. Algún cuadro. FEDERICO está tumbado en la cama. Entra YO.

YO: ¡Perdón…!
FEDERICO: Pase, pase…
YO: ¿no dormía?
FEDERICO: Descanso, joven… Los muertos descansamos. Algunos lo hacen en paz, pero no es mi caso…
YO: Claro…
Federico se incorpora…
FEDERICO: ¿Un café?
YO: Si por favor…
FEDERICO sirve un par de cafés.
FEDERICO: “Café… oscuro como noche sin luna, intenso como amor juvenil…
YO: y amargo como la pérdida….”
FEDERICO: Literatura barata
YO: ¿disculpe?
FEDERICO: ¿Acaso no ha venido para que le dé mi opinión acerca de su pieza?
YO: ¿Pero sabe quién soy?
FEDERICO: ¡Pues claro! Leo todo lo que se escribe sobre mí y asisto a muchas de las representaciones teatrales que se hacen sobre mis textos ¿Azúcar?
YO: ¿Sacarina?
FEDERICO: ¿perdón?
YO: dos cucharadas.
FEDERICO pone dos cucharadas de azúcar en el café de YO
Yo: ¿Y vio usted “Federico”?
FEDERICO: En su estreno, sentado en el anfiteatro del Liceo de Salamanca junto a una monja también en pena y con muy poco sentido del humor.
YO: Bueno, en realidad no he venido para que me dé su opinión sobre mi obra
FEDERICO: ¿”Su” obra? Disculpe, pero creo que todo el mérito es mío. La gente va a los teatros a ver a Federico, no “su obra”. Y si me lo permite, hay pasajes que eliminaría. Debería haber leído menos a ese loco de Gibson.
YO: Le aseguro que escribí “Federico” desde el más absoluto respeto. No se imagina cuánto le admiro. ¿Por qué iba yo a escribir…?
FEDERICO: ¿Fuma?
YO: Demasiado…
FEDERICO le ofrece un cigarrillo
FEDERICO: Yo también. Todo lo hago compulsivamente.
YO: ya….
FEDERICO: Eso lo sabe por Gibson, ¿no?
YO: Claro..
FEDERICO: ¡Ah! Se lo digo muchas veces cuando viene a visitarme. “Ian… que hay detalles que no interesan, que la gente tiene un recuerdo de mí y más vale no alterarlo”, pero él… ¡nada! Erre que erre. ¡Biógrafo de cuatro cuartos…!
YO: ¿también habla con Gibson?
FEDERICO: ¡claro! ¿por qué cree que sabe tanto acerca de mí? Aunque a él no le ofrezco café.. Suele venir más a la hora del aperitivo. Bebemos vino y comemos aceitunas.
YO: Bueno es que los fantasmas aún puedan disfrutar de los placeres terrenales.
FEDERICO: No me gusta la palabra “fantasma”. “Alma en pena” es mucho más poético y va más con mi carácter. En adelante, evítelo.
YO: Así lo haré…
FEDERICO: ¿Entonces me dice que ha venido usted desde tan lejos y no para que le dé mi opinión sobre, como usted dice, “su obra”?
YO: No. Vine para conocer su casa. No esperaba encontrarle aquí.
FEDERICO: ¿y dónde iba a estar si no?
YO: ¡Qué sé yo! No sé mucho sobre fant… sobre almas en pena…
FEDERICO: ¿junto a mi tumba? ¿Pensó que iba a encontrarme eternamente junto a mi tumba?
YO: ¿sabe dónde está enterrado usted? Vamos, quiero decir, su cuerpo.
FEDERICO: ¡Por supuesto! Pero no se lo pienso revelar. Me divierte este juego del escondite que se traen conmigo. ¡Si supiera lo que insistió Gibson! (apaga el cigarrillo) Así que a conocer mi casa…
YO: Si. Y también la Granada que le inspiró. Este es un viaje espiritual ¿sabe? Como el peregrino que viaja a Santiago, yo…
FEDERICO: …Usted ha venido hasta la Huerta.
YO: ¡Efectivamente!
FEDERICO: Y tarde…
YO: ¿Tarde?
FEDERICO: Debería haber venido antes de escribir la obra. Hubiera estado encantado de ofrecerle toda la documentación que precisara. Incluso le hubiera corregido la obra si me lo hubiera pedido…
YO: Me gusta tal y como está
FEDERICO: ¡Vaya! Parece que vamos sacando el carácter. ¡Por fin! Empezaba a creer que era usted uno de esos autores ñoños que se amilanan ante cualquier aparición de su ídolo. Me gusta esa arrogancia.. es muy de artista
YO: No pretendía ser arrogante, solamente defiendo lo que he escrito.
FEDERICO: ¡Bien! Empezamos a entendernos. Por aquí viene mucho “Ñoño” que piensa que mi literatura es eso: Ñoñería… Ñoños que quizá no han leído “Poeta en Nueva York” o “El público”. La historia me ha puesto un traje de ñoñería que rechazo con toda mi alma, que es lo que soy ahora, alma y nada más ¿y que ha venido usted a buscar a La Huerta?
YO: Quería conocer los lugares que le inspiraron, la cama dónde soñó, el escritorio donde escribió…
FEDERICO: ¿y dice usted que no pensaba usted encontrarme aquí?
YO: No.. bueno, si.. pero de una manera un poco más poética. Quería tener un encuentro místico con usted, pero no contaba con un encuentro paranormal y mucho menos con tomarme un café con el Gran Federico…
FEDERICO: Soy imprevisible hasta después de muerto. También puedo ofrecerle unas pastas si así lo desea..
YO: No, gracias.. Desayuné en el hotel.
FEDERICO: Mejor, así me evita tener que bajar hasta la cocina. Yo sigo en casa, pero desafortunadamente el servicio ya no reside aquí. No sé que habrá sido de sus almas, la verdad…
YO: Es preciosa
FEDERICO: ¿La Huerta?
YO: Si, la Huerta de San Vicente. La había visto en fotografías pero al verla así, en directo, no he podido evitar emocionarme.
FEDERICO: Es hermosa, si. Prefería cuando esto era campo y no un parque, pero ya me voy acostumbrando. Además, nunca habría soñado con un parque que llevara mi nombre.
YO: Me dijeron que aquí había magia, pero no imaginé tanta..
FEDERICO: Bien, pues ahora que tiene delante a Federico García Lorca, ¿qué tiene que decirme? Y dese prisa que pronto vendrá una visita y tendré que ocultarme.
YO: Pues, así de pronto… Simplemente gracias.
FEDERICO: ¿Gracias? ¿y por qué?
YO: Porque gracias a usted… ¿puedo tutearle? Me resulta incómodo hablarle de usted
FEDERICO: claro
YO: Gracias a ti, Federico, tuve la oportunidad de crear un espectáculo en el que eché toda la carne en el asador. Gracias a ti perdí los miedos y arriesgué. Gracias a ti le di a mi compañía la oportunidad de hacer un precioso trabajo que todos tenemos grabado a fuego en el corazón. Gracias a ti soy autor de teatro.
Pausa
FEDERICO: Supongo que… no hay de qué
YO: ¡Bueno! Pues ya lo he hecho. Y no sabes lo a gusto que me he quedado… Ya me puedo ir de Granada con la tranquilidad de haber cumplido el objetivo de mi viaje.
FEDERICO: ¿has venido sólo para darme las gracias?
YO: Si.. aunque mi texto no termine de convencerte.
FEDERICO: Deberías haber leído menos a Gibson.
YO: Ya no importa
FEDERICO: ¿Cuándo tenéis la próxima función?
YO: Buena pregunta. Ahora estamos en crisis
FEDERICO: ¿cuándo el teatro no lo ha estado?
YO: Ahora más, Federico, ahora más…
Se escuchan ruidos.
FEDERICO: Viene una visita. Ahora me tengo que esconder
YO: ¿dónde?
FEDERICO: Esta casa tiene muchos recovecos.
YO: ¿recovecos?
FEDERICO: No me seas como Gibson.. Hay secretos que no pienso contar. Me los llevé conmigo a esa tumba que también es un secreto
YO: Federico…
FEDERICO: Hasta pronto
YO: Seguro que vuelvo
FEDERICO: Lo se…
YO: ¡Federico!
FEDERICO y el juego de café se desvanecen
YO: …sueña, Federico…
Entra un GUÍA
GUÍA: ¿se puede saber qué hace usted aquí? La visita empieza abajo
YO: Perdón, vi la casa abierta
GUÍA: ¿Abierta? Eso es imposible
YO: Si yo le contara lo que es posible o imposible…
GUÍA: ¿Cómo dice? Venga, baje inmediatamente si quiere hacer la visita.
YO: No, gracias, yo ya me voy. Llevo un buen rato aquí tomando un café y ya he hecho lo que tenía que hacer.
GUÍA: ¿cómo?
YO: Nada, nada. Guie, guie usted, que creo que yo ya estoy bastante guiado…
El GUÍA y YO salen de la habitación. FEDRICO aparece y mira por la ventana y sonríe.

OSCURO

2 comentarios:

Jorge Rú dijo...

qué tierno! Pues queda cumplida la misión. Qué beuno dice de tí que seas agradecido. Un abrazo, guapo.

Roberto García Encinas dijo...

Gracias por verme agradecido. Un beso muy grande, Jorge