DE MAYOR QUIERO SER ROBERT LEPAGE
Si ya de por si una critica es poco objetiva, la que viene a continuación lo es aún menos. ¿por qué? Porque desde que vi por primera vez un montaje del canadiense Robert Lepage (“Las agujas y el opio”, más adelante tuve la suerte de ver “El Polígrafo” y “ la Celestina”), me quedé prendado por su forma de hacer teatro.
Lepage es uno de los nuevos genios de la dirección. Nos lleva sutilmente el lenguaje cinematográfico a la escena ya no solo en lo que al texto se refiere, si no en lo visual (Lepage sabe hacer tranvellings, picados y contrapicados ¡¡¡en escena!!!). Utiliza la luz como nadie. Sus actores poseen un estilo interpretativo propio de la cámara pero con sutiles matices teatrales. Lepage nos sorprende con su puesta en escena pero, a la larga, lo que te engancha es la historia. Si me conocéis un poco sabéis por donde van mis tiros dramatúrgicos. Lepage es para mí más que un genio: es un referente.
THE BLUE DRAGON cuenta con la presencia del propio Lepage en escena (más dos actrices maravillosas y unos 8 maquinistas que salen a saludar al final). El texto, ( escrito por él y por una de las actrices) nos engancha desde el principio a pesar de que no se trate de una historia de grandes pasiones. Es una historia pequeña, cotidiana, de cine canadiense, pero que te deja pegado la butaca durante las dos horas y pico del montaje.
La puesta en escena sublime. Los espacios cambian y evolucionan con una limpieza asombrosa. Las proyecciones están al servicio de la puesta en escena y son tan sutiles que te olvidas de ellas (El momento de la nieve es maravilloso). La luz es un personaje más. Vamos, que no me ha decepcionado en absoluto (nunca Lepage lo ha hecho).
Mi amiga Noelia se quedó fría. Me decía que tenía la sensación de haber visto cine en lugar de teatro... ¿acaso no es eso lo maravilloso de este hombre? Para mí, por lo menos, si.
De mayor quiero ser Robert Lepage.
Si ya de por si una critica es poco objetiva, la que viene a continuación lo es aún menos. ¿por qué? Porque desde que vi por primera vez un montaje del canadiense Robert Lepage (“Las agujas y el opio”, más adelante tuve la suerte de ver “El Polígrafo” y “ la Celestina”), me quedé prendado por su forma de hacer teatro.
Lepage es uno de los nuevos genios de la dirección. Nos lleva sutilmente el lenguaje cinematográfico a la escena ya no solo en lo que al texto se refiere, si no en lo visual (Lepage sabe hacer tranvellings, picados y contrapicados ¡¡¡en escena!!!). Utiliza la luz como nadie. Sus actores poseen un estilo interpretativo propio de la cámara pero con sutiles matices teatrales. Lepage nos sorprende con su puesta en escena pero, a la larga, lo que te engancha es la historia. Si me conocéis un poco sabéis por donde van mis tiros dramatúrgicos. Lepage es para mí más que un genio: es un referente.
THE BLUE DRAGON cuenta con la presencia del propio Lepage en escena (más dos actrices maravillosas y unos 8 maquinistas que salen a saludar al final). El texto, ( escrito por él y por una de las actrices) nos engancha desde el principio a pesar de que no se trate de una historia de grandes pasiones. Es una historia pequeña, cotidiana, de cine canadiense, pero que te deja pegado la butaca durante las dos horas y pico del montaje.
La puesta en escena sublime. Los espacios cambian y evolucionan con una limpieza asombrosa. Las proyecciones están al servicio de la puesta en escena y son tan sutiles que te olvidas de ellas (El momento de la nieve es maravilloso). La luz es un personaje más. Vamos, que no me ha decepcionado en absoluto (nunca Lepage lo ha hecho).
Mi amiga Noelia se quedó fría. Me decía que tenía la sensación de haber visto cine en lugar de teatro... ¿acaso no es eso lo maravilloso de este hombre? Para mí, por lo menos, si.
De mayor quiero ser Robert Lepage.
3 comentarios:
Bah, no necesitas crecer y ser Lepage. Tus montajes y tu dramaturgia están demostrando últimamente tener una personalidad una sensibilidad y una estética propia que en esto del teatro es lo más importante. Desarróllate a ti mismo (ya sé que suena mal)y sigue disfrutando viendo obras del canadiense.
Polígrafo puuuuuuuuufff, Celestina bien pero escenografía y texto no se entendían (deformación profesional, lo siento)y el dragoncillo sí, sí sí!!!
Realmente es una putada no haber sentido nada durante el montaje...
Soy consciente de su grandeza a nivel visual, de los juegos de luces, maquinaria, detalles que sorprenden por su sencillez y el ambiente que recrean (esa television iluminando el espacio de abajo mientras la escena transcurria arriba, con su sonido de fondo...magnifico)...
Pero no senti nada... y para mi es realmente importante hacerlo con el arte... Creo que fue un momento raro en mi, aunque aun no he detectado su por que, probablemente nada tuvo que ver con el montaje...
Y es que es una putada no haber sentido nada...
Creo Milana tiene razón en que es frío y que en algunas ocasiones la máquina domina todo lo demás. Aunque es verdad que está muy bien y que no aburre.
Sé tú mismo roberto, que eres lo mejor que hay en Salamanca con tus TEXTOS.
Publicar un comentario