DEMASIADO GUAP@S
(Por Jorge Arche... ya que yo me salí a la mitad)
Pues sí, guapas y guapos. Y además talentosos, con fuerza, con preparación, con ángel... Las chicas y chicos de Helena Waldmann son un casting fantástico de bailarines que actúan y cantan fantásticamente, y ejercen de una curiosa mezcla entre sacerdotes oficiantes, azafatos de congreso y monitores juveniles... Todo ello con soltura y empatía. Pero...
...son demasiado guapos, y con carisma. Y es que lo son tod@s, o casi tod@s. Y seré pejigueras, pero eso quiere decir que hay un criterio en ese sentido en la selección de los artistas, en casting. Y quizás no sea del todo consciente por parte de la directora-coreógrafa... sería una pregunta interesante para hacerle. Pero a mí me provoca distancia, frialdad... y me pone en guardia, ya lo siento. Veo tanto charm que me parece que me van a vender algo. Y en cierto sentido así es, me están vendiendo “la fiesta”. Y lo hacen, otra vez lo digo, fantásticamente. Provocan, catalizan, conducen, GESTIONAN la participación del público en esa fiesta; fiesta que deviene en teatro a través de acciones no del todo rituales, imágenes bellas e inquietantes, coreografías precisas... hábilmente colocadas a lo largo del evento festivo en los momentos justos en que el ambiente lo permite o lo propicia... Todo muy limpio, muy ordenado, muy resultón. Un esquema simple, inteligente y hasta sabio. Y una propuesta muy interesante en mi opinión. Pero...
...me falta la mierda. La mugre, la suciedad, lo feo... El barro mezclado con sangre y semen. Y la violencia, el sexo, la muerte, que aparecen pero tan estilizados que no te llegan al estómago. Todo es tan limpio y bello que el resultado más allá del discurso no es una fiesta. Lo ancestral, lo telúrico no se respiran, no han sido invitados. Dionisos ha sido expulsado de su trono en esta fiesta y ha ocupado su lugar un Apolo al que le quedan preciosos los pámpanos colgando de la sedosa cabellera... y que mira complacido cómo todo discurre según el guión políticamente correcto y rentable. Algo muy actual en definitiva, algo que nos pasa mucho. Un reparto global para una fiesta tatral en la era de la Globalización del Capital.
(Por Jorge Arche... ya que yo me salí a la mitad)
Pues sí, guapas y guapos. Y además talentosos, con fuerza, con preparación, con ángel... Las chicas y chicos de Helena Waldmann son un casting fantástico de bailarines que actúan y cantan fantásticamente, y ejercen de una curiosa mezcla entre sacerdotes oficiantes, azafatos de congreso y monitores juveniles... Todo ello con soltura y empatía. Pero...
...son demasiado guapos, y con carisma. Y es que lo son tod@s, o casi tod@s. Y seré pejigueras, pero eso quiere decir que hay un criterio en ese sentido en la selección de los artistas, en casting. Y quizás no sea del todo consciente por parte de la directora-coreógrafa... sería una pregunta interesante para hacerle. Pero a mí me provoca distancia, frialdad... y me pone en guardia, ya lo siento. Veo tanto charm que me parece que me van a vender algo. Y en cierto sentido así es, me están vendiendo “la fiesta”. Y lo hacen, otra vez lo digo, fantásticamente. Provocan, catalizan, conducen, GESTIONAN la participación del público en esa fiesta; fiesta que deviene en teatro a través de acciones no del todo rituales, imágenes bellas e inquietantes, coreografías precisas... hábilmente colocadas a lo largo del evento festivo en los momentos justos en que el ambiente lo permite o lo propicia... Todo muy limpio, muy ordenado, muy resultón. Un esquema simple, inteligente y hasta sabio. Y una propuesta muy interesante en mi opinión. Pero...
...me falta la mierda. La mugre, la suciedad, lo feo... El barro mezclado con sangre y semen. Y la violencia, el sexo, la muerte, que aparecen pero tan estilizados que no te llegan al estómago. Todo es tan limpio y bello que el resultado más allá del discurso no es una fiesta. Lo ancestral, lo telúrico no se respiran, no han sido invitados. Dionisos ha sido expulsado de su trono en esta fiesta y ha ocupado su lugar un Apolo al que le quedan preciosos los pámpanos colgando de la sedosa cabellera... y que mira complacido cómo todo discurre según el guión políticamente correcto y rentable. Algo muy actual en definitiva, algo que nos pasa mucho. Un reparto global para una fiesta tatral en la era de la Globalización del Capital.
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