jueves, 10 de julio de 2008

ESA ESCUELA QUE YA NO ES...


El texto que viene a continuación me lo encargaron el año pasado para la publicación conmemorativa del 25 aiversario de la Escuela de Arte Dramático de Valladolid. Nos eligieron a algunos antiguos alumnos para escribir un artículo en el que reflejáramos la influencia de la escuela en nuestras respectivas profesiones teatrales. a mi me pidieron como Autor, pero Nina Reglero era la directora, Ramiro Melgar el actor... etc


El texto está lleno de erratas, pero en la publicación salió impoluto gracias a las magníficas correcciones de Esther (Verso).

pido disculpas de antemano


ahí va:


UNA IDEA PARA UN TEXTO
(artículo en un acto)

Al levantarse el telón nos encontramos con un espacio diáfano. Una mesa, un ordenador portátil y un flexo. Junto a la mesa una fila de taquillas, muchas de ellas con las puertas abolladas y otras con fotos de artistas de los noventa. Un atril sobre una tarima pintada de negro. ALUMNO 7 está sentado en la mesa contemplando la pantalla del ordenador mientras apura las últimas caladas de un cigarrillo. Música desacorde de pianos, violines, chelos, tubas y demás instrumentos.

ALUMNO 7: ¡nada...! ¡absolutamente nada! ¿tendrá la inspiración algún fundamento científico? (cierra el ordenador y apaga el cigarrillo) y otra cosa: ¿es posible justificar que este personaje que estoy escribiendo pueda fumar en escena? Esto va a terminar matándome... pero, en fin... de algo habrá que morir ¿no? (se levanta. Cesa la música) el caso es que llevo toda la tarde sentado delante del ordenador, me he fumado medio paquete de chester y al final... nada. (al público). Veran... es que yo soy autor... autor teatral o dramaturgo.... aunque a mi no me gusta utilizar esa palabra; me resulta demasiado rimbombante y grandilocuente. Ni siquiera me acostumbro a que me digan “autor teatral”.... prefiero decir que escribo textos, que suena mucho más sencillito, así, de andar por casa ¿no creen? (se para a pensar) ¡mierda! Ya estoy rompiendo otra vez la cuarta pared... ¡no lo puedo evitar...! siempre me pasa... pero bueno, ya que ustedes están ahí sentados y yo estoy aquí, sobre el escenario voy a aprovechar para relatarles durante un ratito por qué estoy aquí. Y cuando digo aquí no me refiero al escenario si no ahí (señalando la mesa). ¿cómo es posible que alguien que tenía tan claro que iba a ser actor –de teatro, que yo siempre he sido un clásico- acabe amarrado a un aparato con ochenta y seis teclas, una pantalla, un ratón y once mil posibilidades de que tengas que formatearlo? ¡ah! Y espero que no se tomen esta pregunta como simple retórica, yo tampoco lo tengo aun muy claro... vayamos por partes.

(abre una de las taquillas. Saca unas mayas negras)

ALUMNO 7: Mis mayas... (las huele) ¡puf! Después de siete años creo que necesitan un lavado... a lo que íbamos: antes de que Windows llegara a mi vida este era mi único material de trabajo. Bueno, este y una camiseta, por ejemplo esta (saca una camiseta de la taquilla. La huele también) Lavadora urgente... si no les importa me voy a cambiar. Supongo que así me resultará más fácil este ejercicio de evocación (se quita los pantalones y se pone las mayas). Espero que no se escandalicen. Cuando llegas el primer día de clase a la Escuela de Arte Dramático todo te da vergüenza, incluso eres capaz de encerrarte en el cuarto de baño para cambiarte... con el paso del tiempo todo te da igual... (se pone la camiseta) te cambias en el aula, en el pasillo, en taller y no te cambias en el despacho de dirección porque no te dejan, que si no... (termina de cambiarse y se muestra al público con su nueva indumentaia) ¡listo! Y no me vengan con lo de que me sientan fatal que ya lo se... las mayas sientan mal al noventa por ciento del alumnado. El sentido del pudor se pierde, aproximadamente, al tercer día. Pero el primero... ese primer día en el que no tienes ni la más remota idea de qué es lo que te vas a encontrar es duro... francamente duro

(cambian las luces. Murmullos. ALUMNO 7 junto a las taquillas. Sale COMPAÑERA 1)

ALUMNO 7.- ¡anda...! ¡qué bien! ¿tú también has pasado las pruebas?
COMPAÑERA 3.- ¿tu que crees? ¿qué me he gastado seis mil quinientas pelas en una maya enteriza para venir aquí a decirles a todos los profesores “mira lo que te has perdido”?
ALUMNO 7.- (al público) primer fallo. El primer día de clase hay que ser discretito y tratar de no hacer preguntas estúpidas. Casi una veintena de nuevos compañeros pueden estar al acecho para prejuzgar al primer pardillo que no esté alerta (a COMPAÑERA 1) ¡Claro! ¡qué tonto...! ¡anda, que tengo unas cosas...! Yo también he entrado...
COMPAÑERA 3.- ya... por eso te has comprado unas mayas de lycra modelo standard que, por cierto, te sientan fatal... ¿cómo has dicho que te llamabas?
ALUMNO 7.- Bueno, en realidad, es igual... imagínate que te digo un nombre y luego, a los cuatro días me colocan un apodo y el nombre que te diga ahora no tiene ninguna importancia en un futuro no muy lejano...
COMPAÑERA 3.- (pausa) Corrígeme si me equivoco... tu vas a ser el rarito del grupo ¿no?
ALUMNO 7.- no lo se... quizá sea pronto para juzgarlo En unos días, cuando todos hayamos formado una piña y estemos convencidos de que vamos a estar toda la vida juntos, pase lo que pase, supongo que ya se irán definiendo los estereotipos ¿no?
COMPAÑERA 3.- Efectivamente. Eres el rarito...

(alguien grita desde cajas ¡¡¡PRIMERO!!! La compañera mira despectivamente a ALUMNO 7 y sale de escena. cambian de nuevo las luces)

ALUMNO 7.- (de nuevo al público) A los pocos días todo empieza a cobrar un pulso más o menos normal. La ilusión ante el encuentro con cada nueva asignatura se torna en dura cotidianeidad. En un par de semanas te parece que llevas toda la vida dando saltos mientras dices “pato” –o cualquier otra palabra de dos sílabas-, o cantando “eres alta y delgada como tu madre morená, saladá...” mientras corres en círculo en un aula de paredes de piedra y suelo de tarima al borde de la lipotimia más salvaje. Las agujetas iniciales van desapareciendo poco a poco mientras que las dudas existenciales van creciendo a pasos agigantados. Lejos de la visión romántica del teatro que se suele antes de entrar de la escuela, te das cuenta de que esta profesión implica trabajo, trabajo, trabajo y, sobre todo, más trabajo... empiezas a preguntarte si realmente quieres sacrificar tantas facetas de tu vida para convertirte en actor. Es inevitable que también aparezca al acecho la pregunta fatídica: ¿realmente esto es lo tuyo...? Pero, si es así, siempre vas a tirar para adelante. Después de haber superado el segundo curso puedes con todo lo que te echen y, al fin y al cabo, ya solo queda la mitad para terminar y pasar a ser el número 3.687 en la Unión de Actores de Madrid o para buscarte la vida. Lo que siempre valoraré de mi escuela sin, hasta ahora, otras especialidades, es que más que actor, te forja como ente teatral. Jes explicaré el por qué de mi teoría.

(de otra de las taquillas saca una bata blanca, una nariz de payaso y se las pone. sube a una tarima como si estuviera dando una clase. Habla bastante rápido)

ALUMNO 7.- La espina dorsal, y siempre ha sido así, es la clase de interpretación, al no tener, por poner un ejemplo, unos compañeros de escenografía que nos hicieran y pintaran unas tarimas, teníamos que ser nosotros los que nos encargábamos de idearlas, clavarlas, barnizarlas y pintarlas del color de turno -habitualmente negro-. Todos los alumnos que hemos pasado hasta ahora por la Escuela hemos tenido que encargarnos de todo el proceso. Quien más, quien menos sabía lo que era un PC, un recorte o un filtro; ha dado alguna que otra puntada a unas enaguas -ya amarillentas de tanta lejía- que Rosa -o Nuria...- guardaban con tanto celo; ha buscado, construido, amado y odiado atrezzo, lo mismo para un Bretch que para un Shakespeare. Todos, sin excepción, hemos tenido que tumbarnos para hacer ejercicios en el suelo de aulas heladoras en invierno o dar saltos en aulas con apenas ventilación bien entrada ya la primavera. Y, si no había suficiente con esto, ¡hala! Vamos y nos encerramos en el aula más fría de todas, en pleno enero, durmiendo en sacos de dormir, para hacer valer nuestros derechos como alumnos de la escuela... ¿somos o no somos unos héroes...? En definitiva: hemos tenido que ser autosuficientes, algo fundamental en el caso de que Almodóvar no te descubra en un ascensor, no te admitan en los castings, o que no te guste lucir el palmito por los bares que frecuentan los teatreros... En fin... si la montaña no va a Mahoma, que Mahoma se monta una compañía...

(cambio de luces. Se quita la bata, la nariz y baja de la tarima. )

ALUMNO 7.- (al público) Yo me hice autor y director por casualidad y por necesidad. Disculpen si me pongo un tanto autobiográfico en este punto: Chico acaba escuela, llega a Madrid, ve, no vence y decide volver a su casita a montar un modesto grupo de teatro con actores aficionados de su ciudad, corroído y en fase terminal, por el veneno de la escena. Cuando decides dirigir recién salido de la escuela, empiezas con textos que te recuerdan a esos grandes trabajos de fin de curso que mostrabas con tanto orgullo en la sala Ambigú. Eliges autores como Mishima, Koltés o el Lorca más surrealista de “Así que pasen cinco años”con el absoluto convencimiento de que has encontrado la clave del éxito ¡claro! No vendes... tampoco hay que ser pretencioso. Una cosa es lo que trabajas en la escuela y otra, bien distinta, es lo que te encuentras al salir de ella: La Realidad. Pero, como siempre, una cosa lleva a la otra. Se abrió ante mí todo un mundo repleto de escenarios en los pubs, bares y cafeterías.... Claro, que lo de llamarlo escenarios, en algunos casos, es un eufemismo pero que muy gordo, pero daba igual... Teníamos una idea, cuatro perras y mucha ilusión, pero faltaba lo fundamental: un texto. Y como no lo había, lo escribí. Así comencé mi carrera como escritor, de una manera bastante poco poética pero práctica. Y ahora permítanme que reflexione a cerca de la eterna pregunta que me hace mi padre, es decir: ¿de donde te has sacado tú eso de escribir teatro?

(se acerca hacia las taquillas y abre otra de ellas. Empieza a sacar objetos y vestuario. los muestra)

ALUMNO 7: Miren... este bastón pertenece a La Ópera de los Pobres y este abrigo de cuero era del espectro de Hamlet que mostramos en primer curso; este frasco de perfume trataba de ser la flor con la que Puck hechizaba a los amantes en El sueño de una noche de verano y esta calculadora pertenece a Hamletmachine de Müller.... (se queda pensativo). Es increíble la cantidad de textos que tuvimos la oportunidad de trabajar durante cuatro años. ¡Grandes textos! –la gran mayoría-. Es bastante probable que ese fuera mi primer contacto con la dramaturgia. Shakespeare, Bretch, Durrenmatt, Chéjov, Lope de Vega, Calderón, Strinberg, Calderón, Tennessee Williams y otros muchos de los que ya no me acuerdo (a medida que ha ido diciendo la lista de actores ha ido colocándose elementos de diferentes montajes) . La escuela me dio la oportunidad de conocer a grandes dramaturgos, estudiarlos a fondo y vivir los textos “desde dentro”,desde el personaje y, de manera colectiva, con mis compañeros. (sentándose en las escaleras que van a dar a patio de butacas) Un actor debe impregnarse del texto, no solo de su personaje, si no de todo el conjunto, del primer al último acto y tener presente el ritmo general de todo el montaje. Supongo que, cuando has vivido un texto desde lo más hondo, luego te resulta más fácil escribir uno propio y conseguir verlo desde dentro y desde fuera a la vez. Es inevitable empezar a escribir y recorrer mentalmente todos los estados del montaje, desde el trabajo de taller hasta el estreno, pasando por las estrategias que tiene que seguir el actor en los ensayos para llegar a su personaje. Siempre cuento con el actor cuando estoy escribiendo un texto. Me gusta, por ejemplo, tener en cuenta que, si una actriz dobla personaje, ha de tener el suficiente tiempo para cambiarse con tranquilidad. Me resulta muy difícil separar la faceta de autor del resto del montaje. El texto es una parte de ese todo que es el montaje final... (vuelve a las taquillas, se despoja de los elementos). ¿les parece suficiente motivo? Pues hay más : la clase de interpretación.

(cambian las luces. Aparece en patio de butacas PROFESORA DE INTERPRETACIÓN. El pasillo de patio está iluminado con un recorte. ALUMNO 7 se pone unas gafas de sol rojas)

ALUMNO 7.- ¡malo es encuentro a luz lunar, Titania altiva...!.
PROFESORA DE INTERPRETACIÓN: ¡No, no y no...!
ALUMNO 7.- ¿por qué no? ¡para una vez que digo bien el texto!
PROFESORA DE INTERPRETACIÓN: Pero está externo, ¿entiendes? ¡Externo! ¿sabes por qué? Venga, dimelo tu...
ALUMNO 7.- No... no lo se... (al público) más adelante me di cuenta de que muchos de mis fallos cuando estábamos trabajando un montaje se debían a que estaba viendo todo el trabajo desde fuera, en lugar de estar viviendo el conflicto desde el centro de mis entrañas y en mi centro. Esto, si estas trabajando a Bretch está bien, pero con Shakespeare no era plan... (a PROFESORA DE INTERPRETACIÓN) Yo estoy intentando buscar mi filtro emocional desde la rozadura que me hizo la sandalia en el dedo meñique del pie izquierdo, pero se ve que el filtro está bloqueado...
PROFESORA DE INTERPRETACIÓN.- ¿por qué? ¿por qué está bloqueado?
ALUMNO 7.- ¿y por qué tanto por qué?
PROFESORA DE INTERPRETACIÓN.- ¿qué por qué? Por que el por qué es el trampolín del actor... ¿a estas alturas me lo preguntas? ¡venga! inténtalo de nuevo...

(cambian luces. Desaparece PROFESORA DE INTERPRETACIÓN y ALUMNO 7 se quita las gafas de sol)

ALUMNO 7.- Y así sucesivamente... Los cuatro años que cursé esta asignatura me sirvieron para conocer a los actores -¡Cielos, empiezo a hablar en tercera persona...!-. Desde mi punto de vista, un texto debe escribirse para el actor y contando en todo momento con el actor. Tengo en todo momento presente cual es el ideal al que tiene que llegar cada uno de ellos en representación con público, pero también tengo muy claro como quiero que lleguen a ello. En este sentido, he de reconocer, tengo suerte porque también, hasta ahora, dirijo mis textos y, a medida que voy escribiéndolos, voy haciendo paralelamente el planning de ensayos en la cabeza. Interpretación me ha dado las claves y las pautas a la hora de transmitir el texto a los actores dejándoles siempre ese margen de creatividad y sorpresa que hacen que todo texto, en gran parte de las ocasiones, mejore notablemente. Claro, que una parte fundamental de la asignatura es la técnica, pero hay una segunda parte también importantísima: el montaje, y hablo del montaje desde el punto de la dirección escénica y el casting. Es increíble la capacidad que siempre se ha tenido en esta escuela para hacer auténticas dramaturgias a partir de los textos. Y todo para que todos tuviéramos más o menos las mismas frases -mal del que uno se libra cuando sale de cuarto-. Algo que me marcó fue que un Hamlet se pudiera representar con un Espectro, un Claudio, un Polonio, cuatro Gertrudis, cuatro Ofelias y un Hamlet ¡y en tan solo una hora! Creo que ahí es cuando comprendí que esto del teatro es algo más elástico de lo que imaginaba. Yo pensaba que un texto era algo férreo al que había someterse sin más... pero resultaba que un texto podía tener ciertas licencias de corta y pega, de saltos espacio-temporales y sin que ello afecte en ningún momento a la historia que el autor quiere contar... Más adelante llegué a la conclusión de que esto ha sido decisivo en mi estilo.

(va recogiendo todos los trebejos que hay por el escenario)

ALUMNO 7.- Sería injusto que solo hablara de la asignatura de interpretación. Otra, también fundamental por razones obvias, es Literatura Dramática. Ya no solo porque, gracias a ella, tenemos la oportunidad de hacer un amplio recorrido por los principales autores de teatro de cada época y sus obras, si no porque en esta asignatura se marcan las bases teóricas de un texto teatral que sirven, tanto para actores como para autores. Descubrimos en esta asignatura que todo texto tiene conflictos -¡dichosa palabrita...!-. Hay un conflicto principal, conflictos secundarios y, para mas INRI, personajes portadores de conflicto. Sabemos aquí que hay una escena cumbre, que una obra convencional está dividida de actos y escenas... Aún tengo presente, cada vez que me pongo a escribir, todos estos esquemas en mi cabeza y, por supuesto, el Pavís sobre mi mesa... (al decir esto ha llegado de nuevo a la mesa ) Y claro, también mencionaría Historia del Teatro, Dramaturgia, Historia del Arte, Música, por supuesto Ortofonía... pero no hay tiempo ¡ah! ¿me permiten una ultima reflexión? Pensaba en... ¡puf! ¡25 años...! bodas de plata de una escuela y con ellas, el cierre de una etapa. Es curioso: estaba pensando en que... cuando nos encerramos en aquel aula luchábamos, precisamente, para que esta etapa se cerrara y las cosas empezaran a funcionar como tenían que ser. Ahora que esto se ha conseguido, es inevitable que asalte la nostalgia. Las cosas serán diferentes, habrá unas instalaciones acordes con el plan de estudios, habrá especialidades.... Lo malo es que, quizá, se pierda para siempre ese toque de escuela globalizada que nos hizo, por fuerza, autosuficientes. (abre el portátil y enciende un cigarrillo) Les agradezco de todo corazón el interés prestado. Ahora mismo no puedo seguir hablando con ustedes. Cuando llega la inspiración hay que asirla con fuerza por que, con la misma facilidad que viene, se va... además, creo que he tenido una idea para un texto.

(vuelve a sonar la música desacorde. La luz se va atenuando lentamente hasta que solo queda la del flexo. Oscuro total)

ROBERTO GARCÍA ENCINAS “NORMAN”

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Aquí compañera número 3 desde la nostalgia... que tiempos aquellos en los que te ponías ciego a coca cola.
Algo aprendimos despuésde todo, aunque entonces eran todo dudas e inseguridades. Bien pensado esto sigue presente, pero algo aprendimos seguro.

Y tú eras el rarito, bueno tú y Luis.

¿Quién eres? Soy Maggie... la gata.

Milana dijo...

En el patio de butacas alguien se levanta. Aún no se han encendido las luces por lo que es difícil discernir si es hombre o mujer.

ESPECTADOR: ... (No habla. No puede hacerlo por el nudo que cierra su garganta. Sólo aplaude)

Anónimo dijo...

Oye Roberto, qué te parece la programación de Ciudad Rodrigo. Carlitos ha colgado una encuesta en su blog. Yo ya he votado ji, ji, ji.

Anónimo dijo...

Enhorabuena por lo de la casa de las muertes. El texto bien, los actores bien sin excepción, el público bien... Un nueve para todos, excepto para el del sonido.