jueves, 26 de junio de 2008

CUENTAME CUENTOS


Yo también quiero que me cuenten esos cuentos. Cuentos de terror o de aventuras, de amor o desamor, de hadas o tremendamende realistas. Cuéntame la historia de aquella carnicera del mercado central que se hizo vegetariana y nunca pudo cambiar de trabajo. cuéntame el cuento del funcionario de correos gran amante de los musicales que todos los días, a las doce en punto de la mañana, cuando su fila era la más extensa de todo correos, imaginaba que todos se ponían a bailar claque alrededor de la enorme sala. La historia del vigilante nocturno que tenía miedo a la oscuridad, la de la actriz sin talento que nunca perdió la esperanza ni dejó de presentarse a los castings, hasta que consiguió una figuración en una película de Almodovar. El cuento del niño que quería ser mayor y, cuando lo consiguió, quiso volver a ser niño. La del escritor que buscaba su musa y al encontrarla se enamoró perdidamente de ella y dejó de escribir para siempre. la fábula de aquella dependienta de zara que era tan sincera con las clientas que la despidieron sin la menor consideración. La del empleado del banco que, viendo los movimientos de las cuentas, imaginaba las vidas de los clientes como un auténtico vouyer de su creatividad. La historia de aquella joven a la que nunca le gustó su nariz y, al operársela, jamás volvió a mirarse a un espejo. El cuento de aquella traductora de libros que transformaba las novelas, y que, cambiando los finales a su antojo , se convertían en auténticos best sellers. Y cuentame más... cuentame como después de ser felices y comer perdices se divorciaron irremediablemente y ahora ella ha encontrado a otro y el... a otro también. La historia del taxista que encontró doce mil euros en un maletín y lo devolvió sin aceptar la recompensa. La leyenda del basurero que trabajaba por amor al arte o la de la mujer del polítco, que harta de su marido, le dejó por un poeta callejero...

Y es que, detrás de cada ventana, en los grandes y pequeños edificios, siempre hay una historia por contar. Los narradores también tenemos derecho a escuchar historias... por eso te lo pido: cuéntame cuentos
ROBERTO GARCÍA ENCINAS

3 comentarios:

Milana dijo...

Erase una vez... hormiguitas viviendo entre la cuarta y la quinta vertebra de la espalda de Raquel.

Ella sentia como la recorrian, como buscaban en las juntas de sus musculos, en los pliegues de su piel...

Ella sentia... ellas corrian...

Es inevitable no sentir sus pequeñas patitas jugando por tu cuerpo cuando estas con Raquel... o simplemente la recuerdas...

ESTE ES EL CUENTO QUE HA SALIDO DEL TECLADO... NO ES TAN TUYO COMO PENSE QUE SERIA. TE DEBO OTRO(s). PERO AMBOS AMAMOS A ¿RAQUEL? Y SUS HORMIGAS...

Marieta dijo...

"De pequeña mentía con mentiras de azúcar,
decía a las amigas: "Tengo cuarto de baño"
y mi casa era pobre con el retrete fuera.
"Mi padre es ingeniero" y era sólo fumista,
¡pero yo le veía ingeniero ingenioso!"
(León Felipe)

He parcicipado algunas veces en un concurso de microrrelatos de la Cadena Ser en el que te proponen un principio y, a partir de él, tienes que escribir un cuento de no más de cien palabras.
Mis relatos no debían ser muy buenos porque nunca me eligieron ninguno, pero como pides cuentos, te mando dos que escribí a partir de un mismo principio: "La malvada hipotenusa capturó a Pi"

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1936

La malvada hipotenusa capturó a Pilar de la manera más estúpida. Hasta ese momento, ni una sola lágrima había resbalado por aquellas mejillas prematuramente envejecidas.
Sus pies oscilaban rítmicamente mientras, con gesto automático, su mano izquierda empujaba aquellos dos triángulos de tela hacia el golpe certero de la aguja. Sin una palabra. Sin un lamento.
Pero algo se rompió en su interior cuando comprobó el resultado. Entonces lloró como nunca lo había hecho.
Cuántas veces había discutido con su hijo por llevar el pantalón sucio o la camisa descosida… Y ahora, en su último viaje, iría cubierto por una bandera rojinegra con la costura torcida.

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TEOREMA

La malvada hipotenusa capturó a Pitágoras sin remedio el día que llegó a casa con las notas y su padre le dijo disgustado:
-Hijo, eres un cateto. Y no un cateto cualquiera, no: ¡un cateto al cuadrado! ¡A la cama sin cenar!
-Pues si yo soy un cateto, tú eres mi padre –se rebeló el pequeño Pitágoras- así que serás ¡un enorme cateto al cuadrado!
De pronto se oyó una potente voz femenina: Doña Hipotenusa acababa de llegar a casa. Padre e hijo retrocedieron acobardados.
Y fue en ese momento cuando el teorema adquirió su definitivo sentido.

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Besos

Marieta dijo...

Rectificación:
Empecé el comentario con el poema "Sé todos los cuentos" de León Felipe. Luego me arrepentí y lo sustituí por el de "Hemos procurar no mentir mucho" de Gloria Fuertes.
Y con el "corta y pega" sustituí el poema pero no el nombre del autor.
Rectificado queda.